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Univalle cumplió años

La Universidad se ha convertido en una de las instituciones más incluyentes a nivel nacional, ya que recoge estudiantes provenientes de sectores rurales y urbanos de Nariño, Cauca...

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Alberto Valencia Gutiérrez. | Foto: El País

18 de jun de 2025, 03:43 a. m.

Actualizado el 18 de jun de 2025, 03:44 a. m.

En el marco de las difíciles circunstancias que vivimos en este momento por el atentado contra dos estudiantes que dio como resultado la muerte de una de ellas, la Universidad del Valle conmemoró la semana pasada sus primeros 80 años de vida. El señor rector comenzó su discurso en el Teatro Municipal con la expresión de sus votos por la recuperación de María José Barrero y un minuto de silencio en memoria de Sirley Vanessa López. El mayor homenaje es no desfallecer, como lo propuso la familia de una de ellas en carta pública, y seguir impulsando la importante labor que la Universidad realiza por la educación de los sectores populares del suroccidente del país. Desde esta columna expresamos la solidaridad con las familias de las estudiantes y lamentamos una tragedia que nunca ha debido ocurrir.

La Universidad fue fundada en 1945 como Universidad Industrial del Valle, para dar respuesta a los retos que planteaba la coyuntura favorable que se abría con el proceso de industrialización del sur occidente colombiano. En 1956, con la creación de las facultades de Ciencias y Humanidades, cambió su nombre por Universidad del Valle, para hacer el tránsito de un instituto meramente técnico a una universidad en el pleno sentido de la palabra. Hoy en día cuenta con 347 programas (una de las ofertas académicas más altas de la educación superior en Colombia), 35.000 estudiantes (hombres y mujeres por igual, 14.000 en las sedes regionales) y 138.878 egresados.

Mucho se ha escrito en los últimos días acerca de sus logros, pero aquí quisiéramos resaltar lo que ha representado la institución como canal de movilidad social ascendente. Durante sus primeros 30 años de vida, al ser casi la única opción universitaria de la región (la Santiago fue fundada en 1958), en la Universidad estaban presentes estudiantes provenientes de los más diversos sectores sociales locales. Sin embargo, con la creación de las universidades privadas, a comienzos de los años 1970, los de estratos más altos se desplazaron hacia ellas (a Bogotá o al exterior), y se fue asentando la tendencia a que la Universidad acogiera sobre todo los estratos uno, dos, tres e, incluso, cuatro.

Hoy en día el número de estudiantes de estratos cinco y seis es bastante bajo en la institución. A pesar de la ausencia de estos sectores la Universidad se ha convertido en una de las instituciones más incluyentes a nivel nacional, ya que recoge estudiantes provenientes de sectores rurales y urbanos de Nariño, Cauca, Chocó, Valle y Región Pacífica y en un verdadero ‘laboratorio de la diversidad’: tres mil se autodefinen como afrodescendientes y mil como indígenas.

¿Qué significa esto? Que la Universidad cuenta con un capital académico, cultural y científico de primera magnitud, representado por 1180 profesores de planta, puestos al servicio de la educación de los sectores populares. La Universidad es la punta de lanza de una verdadera ‘revolución cultural’, tranquila y silenciosa (como son las verdaderas revoluciones), que ha permitido que sectores tradicionalmente excluidos y marginados tengan acceso a nuevas posibilidades y alternativas, a mejores condiciones de vida para sus familias, a puestos de ejecución o de dirección, a niveles culturales nuevos más allá de su entorno originario barrial o rural, a una proyección nacional e, incluso, internacional.

La Universidad no es ajena a todo lo que ocurre por fuera de ella y los conflictos externos la atraviesan. Pero tenemos que luchar para que se convierta en un verdadero ‘campus de paz’. Universidad significa universalidad, totalidad, conjunto: un proyecto académico e intelectual de diálogo y de crítica, de reconocimiento de la diferencia y la diversidad, de respeto y tolerancia por el otro: valores que son la razón de ser de su existencia. Por eso nos duele tanto que se convierta en escenario de violencia como acaba de suceder, y como ha ocurrido en el pasado.

Profesor Departamento de Ciencias Sociales Universidad del Valle e investigador del Cidse desde 16 de mayo de 1977. Doctor en Sociología de la EHESS de París. Fue Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas y director de los programas de pregrado, maestría y doctorado en Sociología. Escribe para El País desde 1998.

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